Todo comenzó con un viaje en tren que duraría unas 36 horas desde Shanghai hasta un pueblecito llamado Nanning. Lo de pueblecito es una falacia, porque seis millones de chinos abotargando las calles no era algo desdeñable.
Habíamos previsto cruzar el país hasta dar con la frontera de un territorio conocido también como Indochina y que, al menos a mí, me cambiaría la vida para siempre.
En diminutos compartimentos de 6 literas hicimos lo impensable durante todo el trayecto. Cantamos, reímos, comimos tantas veces como un periodo de día y medio te permite y, como no, hablamos con los que hasta el día siguiente serían nuestros "vecinos".
Por lo que pudimos comprobar, éramos los únicos extranjeros de todo el tren, así que teníamos de manera indiscutible el papel de "entertainers" del lugar.
Llegamos a Nanning y lo primero que hicimos tras dejar las maletas en el hotel fue visitar los mercados. Abarrotados de manjares y comida que se acercaban más a lo común en el sudeste asiático, nos encontramos con sabores espectaculares como fue la carne de cocodrilo.
Un día y 200 trabas administrativas después, obteníamos nuestro visado para Vietnam. Con la Lonely Planet en mano nos disponíamos a explorar zonas consideradas maravillas a nivel mundial.
Haciendo un resumen de lo que fue nuestra aventura en el país diré que yo descubrí una nueva forma de vida. Supongo que hay viajes que transforman y he tenido la suerte de vivir esta experiencia.
Recorrer en moto gran parte del país, autobuses infinitos que cruzaban distancias enormes, dormir en cabañas con gente de la localidad, conocer a personas con esencia que se quedarán siempre en mi mente y corazón fueron claves que hicieron de esta aventura algo único.
Comimos auténticas delicias en un barco que navegaba por la bahía de Halong. Cuenta la leyenda que en antiguas batallas, el emperador de Jade mandó una familia de dragones celestiales para que los vietnamitas pudieran defenderse de los invasores chinos. Estos dragones escupian perlas y jade para hundir a los navíos enemigos. Una vez fueron derrotados, el dragon se hundió en el mar y al golpear con su cola la tierra, provocó la aparición de los valles que allí se forman. Dicen que se originó tal maravilla en el lugar, que el emperador del país y sus descendientes decidieron descansar allí para siempre. De ahí su nombre Ha Long, que significa dragón descenciente.
Me hice zapatos a medida y casi perdemos un autobús por ello. Un beso para la vietnamita que me acompaño en moto a la estación, bolsa de zapatos en mano. :)
Bailar hasta el amanecer en las playas de Hoi An.
Cruzar a remo parte del río Mekong, uno de los más largos del mundo.
Nuestra aventura, que duró unas tres semanas en Vietnam, finalizaría en Ho Chi Minh (antiguamente conocida como Saigón). Desde aquí cruzaríamos a Camboya, pero esta es una gran historia que dejo para otro día.
Gracias por leerme.
Feliz lunes!
Besos como quesos!
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