27.1.14

Querido Nueva York...

Querido Nueva York...

llevábamos tiempo sin vernos. Debo admitir que me ha encantado conocerte de nuevo. Te noto algo diferente o quizás sea yo. El caso es que he descubierto en ti una ciudad distinta. Me parece incluso que los rascacielos han crecido desde nuestro último otoño juntos. Y es que, cinco años no pasan en balde para ninguno de los dos.

Llego de noche a la ciudad. Aún conserva ese tantas veces filmado paisaje navideño con la nieve arropando las diferentes aceras. Las luces de neón la mantienen en desvelo sin dejar que duerma nunca. Echo un vistazo rápido a Times Square tras dejar mis cosas en el hotel y me despido de ella hasta el día siguiente, porque yo sí necesito descansar. Llegaban días, tardes y noches muy intensos.

El Puente de Brooklyn me envolvió en el espesor de su niebla y aprovechó para robarme el corazón casi sin darme cuenta. Los lagos congelados en Central Park y las pequeñas ardillas revoloteando eran dignos de postal. Una quinta avenida larga y adictiva. Los "have a nice day" y sonrisas sin fin de aquellos que habitan la gran manzana. Una misa góspel de lo más acogedora en Harlem. Creedme si os digo que llegué a pensar que Whoopi saldría de un momento a otro. Más cafés de avellana, ensaladas express y sushi pre y post-shopping. Caminar por el Soho y un plato de pasta el Little Italy. Rápido que no da tiempo. La ciudad es inmensa, e imparable.
Un largo recorrido por el arte, arquitectura, cultura e historia. Museos y por supuesto, aun más café. Todo esto y algo más que omito elevado a una infinita potencia es lo que ha hecho que mi boca esboce una sonrisa al pronunciar Nueva York.

Sin embargo, mi querido Nueva York, te has mantenido firme a tu esencia y te lo agradezco no sabes cuánto. Y es que, lo que hoy sigo palpando en tus avenidas y que considero no ha cambiado es ese aroma característico. El olor a sueños que van y vienen cruzando sin pausa las avenidas. Allí los mismos suben y bajan de taxis a toda prisa o inundan los bonitos cafés de la ciudad. Mira esa chica del metro, sentada frente a mí. Se maquilla tan concentrada y se coloca el bolso de manera que parece un perfecto maniquí de cualquier boutique de la 5ta. Mira apurada el reloj. Quizás llega tarde a un casting. O el chico del maletín con aspecto de recién licenciado. ¿Será su primer día de trabajo?. Al fondo del vagón se escucha alguien cantando. Lleva unos auriculares y mueve los dedos de las manos dibujando una guitarra eléctrica. ¿Quién sabe si mañana será portada de la Rolling?

Y es que puede que los nombres que bautizan Nueva York sean capaces de engrosar una lista mayor que los ciudadanos que la forman.

Pero para mí, Nueva York sigue siendo la ciudad de los sueños.

























































































































Besos como quesos!!

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